Me gustaría creerte, es más, me gustaría
creer en mí y en mis posibilidades. Pero ya tus palabras no me dicen nada, tus
escritos me nublan la vista y todo cuanto veo a mi alrededor no me gusta y,
¿encima quieres que vuelva a creer? Dame una respuesta, nada más una, que me
haga saltar del asiento, que me haga vibrar y sentir que puedo.
La respuesta está en ti, no me la preguntes
a mí, atrévete y contéstate, luego me la cuentas.
Qué difícil es hacer creer a alguien con
tus palabras o escritos, cuando ésta persona ya no le quedan razones para
creer, cuando sus oídos están sordos y su ojos ya no ven; pero aun así, aquí me
tienes, ven te abrazaré y te escucharé, por lo menos tendrás la oportunidad de
hablar y contar tu pesar, aunque no pueda contestarte, me tomaré el tiempo que
precises para que te desahogues.
Muchas veces, lo mejor que podemos hacer
por los demás es darles nuestro cariño y nuestro silencio, quizás con
acompañarles sean capaces de ver que no están solos y pueden volver a creer.
UN CREYENTE ABRAZO
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