Hoy observé cómo una señora mayor, sentada
en un banco, con sus ojos cerrados, las manos unidas, movía sus labios; estuvo
largo rato, así en silencio, perdida en sus pensamientos. Sin saber cuál era su
historia, pude entender que era una persona con una triste historia, resignada
y a la vez feliz; me dio qué pensar y me emocionó.
¿Qué sentiremos cuando seamos tan mayores?
¿Nos veremos solos, aunque estemos acompañados, viviremos sólo de recuerdos,
añorando lo que vivimos? Tantas y tantas preguntas llegan a mi mente que no
sabría exponerlas todas. Me pongo en el lugar de estas personas y me aflijo,
pero a la vez me tranquilizo, porque seguramente, todas ellas tuvieron sus
problemas, pero también memorables momentos, que perdurarán en el tiempo y
siempre nos quedará un bello momento para recodarlos.
Vivir para morir en paz, con la
satisfacción y el orgullo de haber dejado el mejor de lo legados posibles, ese
es nuestro destino final.
UN SENTIDO ABRAZO DE CORAZÓN
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