Si quieres contar algo de lo que ya apenas
te acuerdas, mejor ni te molestes; calla y deja ese espacio a otro que sí sabe
lo que va a decir.
Es curiosa la cantidad de veces que
cortamos una conversación queriendo dar nuestra opinión cuando apenas sabemos
ni qué decir, solamente para que vean los demás que nosotros también sabemos
hablar. ¡Venga! Seamos más inteligentes, escuchemos lo que nos dicen los demás
y si, de verdad sabemos qué decir, entonces, hagámoslo. Las personas inteligentes
no son las que más hablan si no las que saben escuchar y saben qué decir.
Habla cuando tengas que hablar y calla
cuando tengas que callar y, ante la duda, sigue callado; nunca tengas prisa por
hablar.
UN ABRAZO EN SILENCIO, PUEDE SER MUY
ELOCUENTE
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