Dices que me perdonas y, sin embargo, me
recuerdas y no puedes librarme de mí culpa; déjame que te diga que, aunque
quisiera dejar de ser culpable, ya nunca podrá ser.
Todos tenemos nuestras propias culpas,
todos en algún momento hemos cometido nuestros errores y, quizás, le hayamos
fallado a las personas más queridas, pero no caigamos en el desánimo ni nos
obsesionemos con ello, es algo tan natural como la vida misma; somos seres
humanos y con ello van nuestras debilidades y las tentaciónes. A veces, es más
fuerte que nuestra propia voluntad.
Perdonar no es fácil, siempre quedará en
nuestro recuerdo, pero también siempre encontraremos el apoyo de otra persona
que en su momento llegó o llegará y te hará sentir como la mejor de las
personas.
Agradece que has podido disculparte y pedir
perdón, libérate como puedas y, si no, vive con tu culpa lo mejor que puedas.
UN ABRAZO SIN RESQUEMOR
No hay comentarios:
Publicar un comentario