No destruyas lo que con tanto
esfuerzo te costó crear, sólo por un momento de ofuscación. Procura que tus
palabras no sepulten tus buenas acciones.
Debemos de ser comedidos a la hora de hablar,
porque una palabra mal dicha puede hacerte perder la mejor relación de tu vida,
puede herir tanto a la otra persona que, sin tu haberte dado cuenta de lo que
dijiste, sencillamente lo dijiste enfadado y sin pensar, lo grabe a fuego en su
corazón, hasta el punto de que nunca sea capaz de borrarlo.
Es increíble, el que estos
sucesos se den y el que no seamos capaces de olvidar y ni de perdonar, pero
créeme, pasa hasta en las mejores familias.
Si te sucedió algo así y, no
eres capaz de perdonar en palabra, al menos perdónale en tu interior para que
te sientas liberado y la otra persona, de algún modo, también lo sentirá.
UN PACIFICADOR ABRAZO
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