Por
muy calculador que seas, por mucho que quieras controlar los momentos por
llegar, no tengas ninguna duda de que jamás acertarás.
Podremos
aproximarnos, podremos planificar, pero nunca al detalle, porque al día
siguiente, casi nada de lo planificado lo podremos llevar a cabo. Nos puede
parecer que un día es iguala otro; aun haciendo las mismas tareas, nunca será
igual; aparecerán nuevas personas, nuevos problemas a resolver, la climatología
cambiará; alguien nos dirá algo de lo que no esperábamos o sucederá algún
acontecimiento que no podremos ni evitar ni controlar. Por eso es que, por
mucho que planifiquemos, nunca lo llevaremos a cabo tal y como lo habíamos
pensado.
Planificar
nuestro futuro está muy bien y es necesario, siempre y cuando no olvidemos el
presente y actuemos ahora de la mejor forma posible, entregándonos por entero,
con respeto y amor a cualquier actividad que hagamos.
UN
ABRAZO SIN PLANIFICAR
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