Hoy me tocó esperar mi turno, no me
importó, ya que a donde fui me encontré con la agradable sorpresa de que aún
quedan personas con sentido del humor a pesar de su edad y su puesto de
trabajo.
Normalmente cuando nos toca esperar nuestro
turno, teniendo la cita concertada y pasando más de media hora, nos incomoda y
nos cabrea; pero esto no fue lo que sucedió en esta espera, porque alguien,
quizás sin él pretenderlo, amenizaba toda la sala atendiendo a todo el que
llegaba con su buen sentido del humor; un humor espontáneo y digno de alabar,
porque todo el que llegaba reía y todo el que se iba se marchaba a gusto y
feliz a pesar de haber tenido que esperar.
Personas como éstas, son las que hay que
seleccionar por su actitud hacia los demás, porque la aptitud se aprende, pero
el saber estar es innato en la persona.
UN SONRIENTE ABRAZO