Todas
las personas, quien más quien menos, imitamos acciones y actos de otras
personas; si esto es así, procuremos imitar a los mejores.
Cuesta
el mismo esfuerzo y tiempo imitar al que hace el bien que al que hace el mal;
pero según parece, se tiende más a imitar las malas conductas que las buenas
¿por qué? Ya de pequeños, nuestros padres procuran por todos los medios que
cuidemos nuestras compañías, sabiendo que es fácil que sigamos las conductas de
quién no debemos; pero, aun así, caemos en la tentación. Es como si las
acciones de los buenos no estuvieran bien vistas.
Hagamos
caso de quien nos quiere bien y de su experiencia, por algún motivo nos
aconsejan lo que ellos creen que nos interesa.
UN
ABRAZO SIN IMITAR A NADIE
No hay comentarios:
Publicar un comentario