Muchas veces las personas dejan de creer en nosotros y, seguramente, tendrán su razón; pero, es posible, que nosotros no lo sepamos.
El mayor de los males es la desconfianza, cuando uno empieza a desconfiar, empieza a ver sombras donde no las hay y, al final, lo que empezó sin motivo ni razón va tomando fuerza y se convierte en obsesión, llegando a hacerse realidad lo que nunca fue cierto.
No permitas que tu mente te juegue malas pasadas; si algo te pone en duda, coméntalo lo más pronto posible con la persona en cuestión y así evitarás males mayores.
UN CONFIADO ABRAZO
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