¿Recuerdas
algún día que fueses capaz de hablar bien de todo el mundo o por lo menos de no
hablar mal de nadie? No sé por qué; pero, sin quererlo, nos resulta más
sencillo hablar mal de alguien que hablar bien.
¿Es
posible que no veamos nada bueno en los demás? Así suele ser, sólo vemos
virtudes y buenos hechos cuando apenas conocemos a las persona, luego poco a
poco todo se torna y lo que antes era todo buenas maneras y amabilidad, después
todo es discordia y defectos.
Quizás,
deberíamos mirarnos más a nosotros mismos, porque es muy posible que los
defectos que vemos en los demás sean nuestros defectos y por eso los
remarcamos, para así ocultar los nuestros.
Hagamos
un firme propósito de hablar todo lo bien que podamos de los demás y los
defectos que veamos, mejor ignorar.
UN
ENSALZADO ABRAZO
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