12 maneras de equivocarte en la crianza de tus hijos
1. Amenazar a tus hijos con dejarlos atrás o abandonarlos
Aunque
todos conocemos la situación y comprendemos cuán frustrante puede
llegar a ser convencer a un niño de que es hora de irse, debemos saber
que caer en la tentación de amenazar a nuestros hijos con abandonarlos
es altamente contraproducente.
El
sentimiento de unión y cariño que un niño siente por sus padres o
cuidadores es una de las cosas más importantes para su desarrollo,
especialmente en los primeros años de vida. El Dr Alan Sroufe, profesor
de psicología del Instituto de Desarrollo Infantil de la Universidad de
Minnesota, dice que amenazar a un niño con abandonarlo puede
desestabilizar los fundamentos de seguridad y bienestar que los padres
representan. Según Sroufe, decirle a un niño “Me voy a ir y te voy a
dejar aquí” resulta aterrador para ellos y puede implicar que comience a
erosionarse esa unión y relación que tiene con sus padres como la base
desde la cual se enfrentan al mundo.
La
próxima vez que esté tentado a amenazar a su hijo, mejor trate de
explicarle la situación de manera sencilla y prepararlo para la
transición ya que esta puede resultar especialmente difícil para los
niños. Trate de explicarle que se acerca la hora de la cena o la hora de
hacer la tarea y que en cinco minutos comenzarán a guardar los
juguetes. Luego alértelo al cuarto, tercer, segundo y primer minuto
restante para que pueda estar consciente de lo que viene. El mismo tipo
de negociación puede funcionar si su pequeño está gritando en el
supermercado porque está harto de hacer diligencias: Enumere la cantidad
de cosas que aún necesite antes de que el “Tiempo de mamá” (o “tiempo
de papá”) termine para poder ir jugar o al parque. Esta es una buena
estrategia para que el niño se sienta involucrado con el plan.
2. Mentirle a tu hijo
Esta
es una de las reglas de oro de la crianza: “No le mientas a tus hijos”.
Por ejemplo, decir que la mascota se ha ido a una casa en las afueras
de la ciudad cuando en realidad el animal ha muerto, es un error común.
Torcer la realidad de esta manera no es malicioso, pues en realidad
estamos tratando de proteger los sentimientos de nuestros hijos, pero el
no saber cómo manejar éstas situaciones difíciles, evitar el asunto o
inventar mentiras para evitarles dolor, puede resultar contraproducente
pues resulta una distorsión de la realidad, lo cual es innecesario y
potencialmente dañino.
Es
importante que la explicación de la realidad se ajuste a la edad de
nuestros hijos. Un niño muy pequeño no necesita una explicación larga y
detallada sobre la muerte; decirles que una persona o animal muy viejos o
muy enfermos no pudieron ser curados por el doctor puede ser más que
suficiente.
3. Ignorar tu propio mal comportamiento
Algunos
padres siguen el viejo mantra “Vive según digo, no según hago”, pero
hay muchos estudios que prueban que esto no funciona. Para empezar, los
niños aprenden mediante el ejemplo, simple y sencillo; absorben todo lo
que los rodea y copian los buenos y los malos comportamientos desde que
son muy jóvenes.
Por
esta razón, el experto Dr. David Elkind de la Univesidad de Tufts, dice
que dar el ejemplo en cuanto al comportamiento que queremos que tengan
nuestros hijos es lo mejor que podemos hacer como padres. Lo que
hacemos importa mucho más que lo que decimos.
Por
ejemplo, los hijos de fumadores o de padres con sobrepeso son mucho más
propensos a ser fumadores o a tener sobrepeso que los hijos de no
fumadores o de personas de peso normal. Incluso cómo tratas a tu
familia, cómo interactúas con extraños, animales y el ambiente son
conductas que tu hijo copia y repite. ¿La mejor manera de que los niños
coman vegetales? Cómelos tú mismo con entusiasmo. Los niños detectan la
falsedad a kilómetros de distancia así que creer en lo que haces es
parte integral de poner el ejemplo.
Si
quieres que tu hijo sea amable y respetuoso, asegúrate de exhibir esos
comportamientos tú mismo. Los padres son el principal modelo a seguir de
un niño.
4. Asumir que lo que funcionó con el primero -o contigo- funcionará con el segundo
Como
destaca Elkind, “la misma agua hirviendo endurece al huevo y ablanda a
la zanahoria…El mismo patrón de crianza puede tener diferentes efectos
dependiendo de la personalidad del niño”
Si
tienes más de un hijo probablemente habrás notado no sólo que sus
personalidades varían bastante, sino que otras variables como los
hábitos de sueño, la atención y estilos de aprendizaje también pueden
ser muy distintos entre cada niño. El primer hijo puede buscar apoyo y
estímulo constantemente, mientras que el segundo puede no necesitar nada
de eso. Algunos niños responden mejor a lazos firmes mientras que otros
necesitan menos de ellos.
Lo
mismo ocurre con las necesidades que tuvieron los padres cuando eran
pequeños respecto a las de los niños de hoy en día. Mantener en mente
esas diferencias al criar a tus hijos es esencial; no es fácil, ya que
requiere que sigas aprendiendo y evaluando en vez de confiar en tus
experiencias y memorias, pero tomar en cuenta las necesidades de cada
niño hará más por el desarrollo de tus hijos y de ti mismo.
5. Tener un ataque de pánico porque tu hijo rompió una regla
La
mayoría de los padres establece qué está bien y qué está mal en sus
casas, pero lo que hacen cuando sus hijos rompen las reglas puede hacer
una gran diferencia entre enseñarle a un niño una lección o simplemente
crearle molestias y resentimientos. Según el Dr. W. George Scarlett,
vicepresidente del Departamento Elliot-Pearson de Desarrollo Infantil de
la Universidad de Tufts, una manera de “malcriar” a un niño es perder
de vista el contexto de la situación y de todas las otras variables que
son parte del ambiente en el que se les enseña y en el que viven.
Por
ejemplo, si tu hijo lleva a casa un videojuego violento a escondidas,
no es el fin del mundo, asumiendo que le estás proporcionando una
convivencia positiva y llena de apoyo. Así que una “mala” actividad de
vez en cuando no será perjudicial para el desarrollo de tu hijo si el
otro 99% de sus actividades están más alineadas con tus creencias y
principios.
Scarlett
dice que “el mensaje general podría ser este: que los métodos, hábitos y
comportamientos particulares no son tan importantes como la actitud y
la habilidad de los padres para considerar el punto de vista de los
niños como si fuese la de un adulto”. Si un niño es criado en un
ambiente amoroso, en el que es respetado y sus sentimientos tomados en
cuenta, entonces las actividades a las que usualmente diríamos “de
ninguna manera” no tendrán un impacto tan negativo en su desarrollo.
6. Pensar que tu bebé no debe ser tratado como un bebé
A
pesar de las viejas creencias, es prácticamente imposible malcriar a tu
bebé atendiendo sus necesidades o cargándolos por mucho tiempo en tus
brazos. El Dr. Tobah Klein, director del Centro Barnard Toddler de la
Universidad de Columbia, explica que “no puedes malcriar a un bebé
cargándolo o atendiéndolo mucho. Las investigaciones muestran exactamente
lo opuesto. Los bebés que reciben cuidados más sensibles y atentos se
convierten en niños más competentes e independientes”.
Atender
a tu bebé cuando llora sólo puede ayudar. Después de todo, los bebés
lloran por alguna razón: es una señal de que algo está mal y necesitan
que mamá o papá los ayuden a arreglarlo. Saber que los padres están ahí
para componer las cosas que estén mal crea una sensación de seguridad
que permanece con ellos mientras crecen.
En
los niños más grandes hay una diferencia entre atención y mimo. Por
ejemplo, cuando un niño se cae, usualmente mira a sus padres para saber
cómo debe responder. Cuando los padres exageran por un raspón de
rodilla, el niño también lo hace. Pero cuando los padres se comportan
con tranquilidad (quizá diciendo “Uy, te caíste. Pero no pasa nada,
parece que estás bien, ¿no?”), el niño probablemente responderá de forma
similar.
7. Castigar o regañar a tu hijo cuando se molesta y golpea o lanza cosas
Que
expresen su molestia golpeando o lanzando cosas es un comportamiento
perfectamente normal para un niño. Es una manera que tienen para
expresar sus emociones pues sus habilidades lingüísticas y cognitivas
son limitadas. Castigar o regañar por este comportamiento no es la
manera de solucionarlo pues les causa la impresión de que sentir esas
emociones está mal.
Klein
sugiere que en vez de regañar a un niño por una pataleta es mejor
“ayudarlo a entender sus emociones negativas (molestia, tristeza) y al
mismo tiempo que entiendan porqué se sienten así los ayudará a
desarrollarse de manera más competente social y emocionalmente. Así que
crear empatía con el niño a la vez que se establecen límites, en vez de
regañarlo o castigarlo, da mejores resultados a largo plazo”.
En
vez de censurar las emociones de un niño, es preferible ayudarlo a
entender su frustración y hacerle saber que está bien sentirse así pero
que hay una mejor manera de expresarlo.
8. Tratar de ser el amigo de tu hijo en vez de su padre
Todos los padres quieren gustar y ser amados por sus hijos, y, ser vistos como personas cool es
especialmente importante para algunos padres, lo que los puede hacer
caer fácilmente en el rol de amigo y dejar de comportarse como padres.
Los
padres muy permisivos pueden ser una preocupación en muchas áreas.
Encontrar la manera de ser una figura de autoridad y ser confiable puede
ser complicado, pero es importante hallar un balance. Ser una autoridad
– usando tus años de experiencia y conocimiento acumulados para
explicar a tus hijos – es diferente a ser autoritario, o alguien que
dice “A mi manera o de ninguna manera”. No es difícil adivinar cuál
tiene los resultados más beneficiosos a largo plazo en un adolescente o
un niño joven.
9. Llenar la despensa con comida chatarra y faltar a las comidas familiares
Cada
vez más investigaciones muestran que las familias que comen juntas son
más saludables, física y mentalmente. Como dice el Dr. Sue Hubbard, “las
comidas familiares se han convertido en una rareza en vez de ser la
norma. No está claro cómo ha evolucionado el asunto, pero numerosos
estudios muestran que los niños que comen en familia son más exitosos
académicamente, tienen menos problemas de atención, menos uso de drogas y
alcohol y definitivamente tienen mejores modales en la mesa”.
El
pediatra Jim Sears dice que llenar los gabinetes con comida chatarra es
otro error común. Privar a los niños de comida saludable y llevarlos al
sobrepeso es, sin duda, una manera de malcriarlos.
10. No caminar, ir en carro a todos lados
Sears
aconseja a las familias optar por la actividad física siempre que sea
posible. Dice “con esto no me refiero a ir al gimnasio cinco días a la
semana… Lo que quiero decir es que decidas ser activo siempre que
puedas. Ir a la escuela a pie o en bicicleta, caminar al parque, el
correo o el café… Puedes caminar un par de cuadras para ir a almorzar y
luego subir las escaleras.” Incluso podrían pensar en comprar un perro
para obligarse a pasear.
Tus
hijos pueden protestar y quejarse si les dices que se cancela la
película y que en cambio se irán a escalar y a hacer un picnic, pero
esos hábitos se quedarán con ellos para siempre. No solamente harán que
los niños sean más sanos (se ha comprobado que mientras más activos
seamos, reducimos los riesgos de padecer obesidad, enfermedades
cardíacas y diabetes) sino que probablemente ellos transmitirán este
estilo de vida sano a sus propios hijos.
11. Pensar que tienes toda la responsabilidad -o ninguna- en el desarrollo de tus hijos
Todos
estamos conscientes del impacto que los padres tienen en los hijos,
pero algunas veces es fácil llevar esa idea al extremo y sentir que todo
lo que hace un padre tiene un efecto irreversible en el desempeño del
hijo.
El
Dr. Hans Steiner, profesor de psicología infantil de la Universidad de
Stanford, advierte a los padres que no asuman toda la responsabilidad
por los asuntos de sus hijos. Hay muchos otros factores en sus vidas que
afectarán su desarrollo y su personalidad: genes, otros miembros de la
familia, la escuela, los amigos y más. Así que cuando algo salga mal, no
te culpes, ya que es posible que no hayas sido tú o sólo tú el causante
del problema.
Por
otro lado, dice Steiner, no creas que no representas ningún papel en el
desarrollo del niño. Algunas personas asumen que el éxito y los
problemas de sus hijos se deben principalmente a causas genéticas, a los
profesores o la escuela, en vez de a ellos. Se debe hallar un balance
entre ambos extremos. Los padres son un factor importante en la vida de
sus hijos, pero no son el único factor.
12. Asumir que hay una sóla manera de ser buen padre
No
hay un modelo de paternidad establecido que funcione para todos los
casos ya que las personalidades de los niños varían mucho. El
temperamento de tu niño puede ser distinto al tuyo y no puedes cambiar
ninguno, pero una vez que lo has descubierto, puedes implementar nuevas
maneras de interactuar con él causando menos desacuerdos. Un reciente
estudio de la Universidad de Washington descubrió que los padres más
sintonizados con la personalidad de sus hijos creaban en ellos menos
depresiones y ansiedades que aquellos menos sintonizados.
Estar
consciente de el temperamento natural y las necesidades de tu hijo es
una de las partes necesarias (y maravillosas) de ser un padre. Hay
muchas cosas que no puedes cambiar, así que deléitate con la
personalidad que él o ella tiene y que se desarrollará en los próximos
años.
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