La gran pregunta básica a la hora de comprar algo sería ¿si no lo tengo, qué pasaría?
Seguramente, si nos formuláramos esta pregunta, dejaríamos muchas cosas sin comprar.
Muchas cosas de las que compramos realmente no nos son necesarias.
Compramos por tener algo más, algo diferente o porque eso se lo vimos a
otra persona, pasado un tiempo, lo dejamos a un lado porque ni nos gusta
ni nos sirve. El sentido de la posesión cada día nos esclaviza más, nos
hace ser vigilantes de lo que tenemos y
con ello se nos va más tiempo y esfuerzo de lo que en un principio
creíamos y no nos da la comodidad que creíamos.
El buen vivir no
radica en la suntuosidad de las cosas, si no en el disfrute de lo que
poseemos y compartimos. Si algo de lo que tienes, lo tienes que tener
escondido, por miedo a que te lo roben, créeme, no tienes nada y encima
te hará sentir mal. Es mejor compartir un trozo de pan que guardar
joyas.
UN ABRAZO NO LO PUEDES GUARDAR, SÓLO LO PUEDES DAR Y RECIBIR
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