La confianza reafirma toda relación; pero
la desconfianza la destruye y pasar de confiar a no confiar, a veces, es sólo
un mal pensamiento que te llega sin saber bien por qué.
Cuando confías en alguien no tienes nada
que temer, porque sabes que todo cuanto haga va a ser en su propio bien y en el
de los demás; ahora bien, cuando empiezas a desconfiar, ves cosas que no son
ciertas, pero que tu mente ya ni las sabe distinguir y cualquier acción de la
otra persona te pone a la defensiva.
Lo peor de la desconfianza, no es la de los
demás, sino la tuya propia que te incita a no creer en nada ni en nadie. Confía
más en ti, que los demás ya se darán cuenta y te seguirán.
UN ABRAZO CON TOTAL CONFIANZA.