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martes, 16 de diciembre de 2014

Me gustaría pensar que algún día, en este complicado mundo, la vida y la libertad se respetasen por encima de creencias, religiones, puntos de vista o modos de tomar decisiones.
La vida, su respeto y su valor, es lo más preciado que tiene un ser humano y por tanto, cuidarla y preservarla está grabado a fuego en su ADN. Hacer lo contrario, menospreciarla, vejarla, secuestrarla y, quitarle la palabra simplemente por la satisfacción de cumplir unos objetivos inalcanzables, convierte a las personas en locos capaces de hacer cualquier cosa para conseguir lo propuesto.
Las personas somos vulnerables, somos confiadas, bajamos la guardia porque creemos que vivimos en una sociedad libre en la que se puede hacer, decir y pensar sin cortapisas.
Pero no es cierto. Porque vivir así implica pagar un peaje. Implica apertura a lo que nos gusta y lo que no. Implica aprender a tolerar lo intolerable. Implica creer que permitiendo ciertas cosas a nosotros "nunca nos pasará".
Pero un día pasa. Y ocurre que el mundo se viene abajo. Arremetemos contra Gobiernos y Fuerzas de Seguridad en lugar de apoyarlas y hablamos de más y reflexionamos de menos.
Sabemos que nuestra libertad supone una amenaza para quienes se han convertido en opresores, dictadores o simples predicadores y bajo la premisa de "no molestar", dejamos que todo continúe.....
La Navidad es también un momento para recapacitar y hacer recuento y pensar si nuestra sociedad, nuestros representantes, nuestras instituciones, están preparadas para hacer frente a los límites que nos rodean y si, nosotros, como ciudadanos de a pie, estamos preparados para apoyar cuando se debe o no.
Hemos volcado todas las decisiones importantes en nuestra economía y nuestro bolsillo y hemos dejado muy lejos cuales son nuestros principios, cual es nuestra esencia, por qué somos quienes somos y por qué vivimos en la forma que lo hacemos.
Quizá, como en esta imagen, la puerta haya que abrirla paulatinamente y no de golpe. Quizá haya que comenzar a ver más allá de nuestras cuatro paredes. Quizá y sólo quizá nuestra vulnerabilidad está en la propia tolerancia. Quizá haya que comenzar a tomar decisiones y quizá nosotros, los ciudadanos, tengamos que exigírselas a nuestras instituciones.....
Descansen en paz las dos personas secuestradas fallecidas en Sydney. Ellas han pagado su peaje por vivir en libertad y dejar que en su libertad se colara un loco. Ahora sólo falta saber si la sociedad estará a la altura para honrarlos.
La vida es demasiado bonita para perdería en un café entre bombas.

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