Todo se contagia, menos la hermosura. Eso dicen,
llevarán razón; pero lo cierto es que unas cosas se contagian más y más
rápido que otras.
Sobre todo los males, las enfermedades, los malos
modales, los vicios, todo lo malo parece que tiene una atracción fatal
y, en cuanto bajas la guardia, ahí lo tenemos.
Pero todo lo
anterior no tiene tanta rapidez de contagio como el entusiasmo; bueno
no, mejor dicho, a falta de entusiasmo debe ser lo más veloz; fíjate,
uno bosteza y al segundo el otro también. No permitas que el desánimo y
la falta de entusiasmo hagan mella en ti.
UN CONTAGIOSO ABRAZO
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