No podemos ni debemos encasillar a las personas por
su profesión o su estilo de vida; si lo hacemos, es probable que ni
siquiera les escuchemos y, todo el mundo puede decir algo interesante.
A mí me sucede, por ejemplo, si escucho a otra persona de otro equipo
contrario al mío, me pongo a la defensiva y, a lo mejor esta persona, ni
me va hablar de ello; seguramente, si escucháramos sus inquietudes, nos
daríamos cuenta que, en el fondo, apartando las diferencias deportivas o
políticas, seríamos iguales.
No encasillemos tanto a los demás;
porque puede que, de hacerlo, los demás también hagan lo mismo con
nosotros. Permitamos que cada quién sea como realmente es y aceptémoslo;
de hacerlo así, ganaremos más amistades.
PARA DAR UN ABRAZO, NO PRECISAMOS HACER DISTINCION ALGUNA
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