Hay momentos en que agradecemos la falta de actividad como si de un regalo se tratase; pero la inactividad, si es prolongada, nos consume.
Cuando estamos ocupados, en nuestra tarea laboral cotidiana, deseamos parar, para así descansar y dar relax a nuestro cuerpo; pero cuando estamos ociosos y no tenemos una ocupación laboral, deseamos a toda costa tenerla y, no sólo por lo económico, si no también porque, el hecho de no hacer nada, nos hace pensar que no somos útiles y ello nos lleva a la frustración y al cansancio.
Valoremos lo que hoy tenemos, disfrutemos de cada momento, tanto si estamos ocupados como si no y demos gracias, porque aun así podemos aportar algo de nuestro saber y de nuestro esfuerzo; porque un día, no muy lejano, lo echaremos en falta y lo recordaremos con alegría y, quizá, con melancolía.
UN ABRAZO, TANTO SI ESTÁS OCUPADO COMO SI NO LO ESTÁS
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