No permitas que los remordimientos marquen
tu devenir. Todos somos culpables de algo y todos tenemos nuestros
remordimientos, agradece que así sea, pero no les des más poder.
Es verdad que siempre vamos a tener ahí,
guardados, nuestros remordimientos y difícilmente podremos deshacernos de
ellos, pero tendremos que hacer lo posible para que se vayan disipando o para
que no nos lleguen muy a menudo; apartémoslos en el trastero de nuestra mente y
con el tempo ni nos acordaremos de que están ahí y, un día, es posible que
hagamos limpieza y nos podamos librar de ellos. Quizá sea necesario pedir
perdón más veces, aunque solamente lo hagamos en nuestro interior.
Si nadie puede ya perdonarte lo mal que te
portaste, al menos, no cargues con ello y perdónate tú mismo.
UN ABRAZO, SIN REMORDIMIENTO ALGUNO
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