No
podemos darle gusto a todo el mundo porque siempre algunos se quedarán
descontentos y se quejarán. Esto es una ley universal que jamás nadie podrá
alterar.
Hay
muchas experiencias que demuestran que esto es así. Hace pocos días, quise
complacer los deseos de dos grupos de distintas aficiones deportivas, para ello
conecté una televisión con un programa deportivo y la otra con otro, con un
sólo volumen a una de ellas, pero el bullicio de unos y la celebración de los
resultados impedían que la otra afición oyera bien, con lo cual al término de
ambos acontecimientos, pude ver el malestar de ambas aficiones; en parte
complací a las dos, pero en parte a
ninguna.
Conclusión:
cada persona es diferente, cada uno quiere tener su espacio y su momento, sin
que haya nadie que le moleste. Es mejor complacer a unos pocos que querer
abarcar y que nadie quede satisfecho.
UN
COMPLACIENTE ABRAZO
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