FELIZ MARTES
Háblame de la indignación... ¡Ah no, espera un poco que se me pase, después te hablo!
Sí, me decías que te hablara de la indignación ¿verdad?
Ahora ya me he calmado y puedo hablar de ello; pero créeme, que mal se
pasa. Cierto es que a unos les dura más que a otros y no a todos les
afectan las misma cosas.
Para mí
estar indignado es creer que algo se ha hecho de la forma que no se
debería hacer y eso te produce tal malestar que te llega a cabrear y, lo
malo de ello, es que no le ves solución, porque a la vuelta de la
esquina otro acto similar te puede volver a afectar.
Alégrate si eres de los que les cuesta indignarse y sabe contenerse, realmente te envidio.
UN ABRAZO SIN INDIGNACIÓN
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