Qué difícil es cambiar un mal hábito, tanto es así que, incluso, precisa de atención especializada por profesionales...
Nos pasa con frecuencia, los cambios no son fáciles de asimilar y tendemos a comparar. Por ejemplo, cuando cambiamos de la peseta al euro. Los mayores siempre recordarán y compararán lo que valía todo con la peseta llegando a creer que, cuando estaba la peseta, todo valía menos y no subía nada, craso error; esto no les sucede a los niños, les das la paga en euros y, sencillamente, como no han conocido otra cosa, lo gastan y tan felices...
No se puede echar más agua a un vaso que está lleno. Vacíemos nuestra mente, desaprendamos lo aprendido y, así, dejaremos espacio para lo nuevo...
UN DESAPRENDIDO ABRAZO
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