Si intentáramos, cada día, corregir algo de lo que no
nos gusta, en vez de censurar a los demás, seguramente seríamos más
productivos.
Es muy fácil caer en la tentación de la crítica; posiblemente sea por ocultar nuestros propios defectos.
Pero, ciertamente, no ganaremos mucho con ella, a nadie le gusta ser criticado.
Mejor que censurar, sería más conveniente, averiguar el porqué actúan
así y tratar de entenderles para poder ayudarles; a veces basta con
saber escuchar para que el otro se sienta bien.
Seamos un poco más consideramos y cautos. Cada persona es un mundo y nosotros somos parte de él.
UN COMPRENSIVO ABRAZO
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