Todo es susceptible de cambios. Todo a nuestro
alrededor, y también en nuestro interior, está en constante movimiento
y, por lo tanto, en continuo cambio.
Hay momentos en la vida que
todo nos parece monótono, que un día se repite al anterior y que los
años pasan y parece que nada cambia; llegamos a creer que ni siquiera
nuestro físico cambia, sobre todo al ir haciéndonos mayores.
Ciertamente, nos miramos al espejo día tras día y la imagen que vemos
parece la misma durante años, pero nada
más lejos de la realidad, porque, cuando observamos a otras personas de
nuestra edad, que hace tiempo no veíamos, nos sorprende cuánto han
cambiado.
La cuestión no es que cambiamos, la cuestión es cómo nos
afecta ese cambio. Tu juventud siempre te acompañará si la dejas ir
contigo, indistintamente de la edad que tengas.
UN ABRAZO SIEMPRE PUEDE SER JOVEN Y JOVIAL
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