“¡Hay que ver qué pobres somos! " le decía un
mendigo a un rico. Tú, por tu riqueza, te olvidaste de la sencillez de
la pobreza y yo, en mi pobreza, me olvidé de la grandeza de la vida.
Todos, en nuestros delirios, podemos llegar a ser grandes, incluso
héroes, pero en nuestra realidad, es bien distinto. Nadie es ni más ni
menos que otro, aunque en la sociedad seamos tratados con grandes
diferencia; según la ropa o lo aseados que vayamos, así seremos
tratados, indistintamente de cómo
seamos. He ahí, que a veces, nos vemos sorprendidos por la grandeza y la
cultura de esas personas, llamadas mendigos.
Nunca llegaremos a
saber la grandeza que las personas ocultan en su interior. Les daremos
reconocimiento personal por sus acciones, pero el valor nadie lo puede
calcular. Acepta a todas las personas por igual, después, cuando
conozcas algo de ellas, ya tendrás tiempo, de enjuiciarlas.
UN ABRAZO, PUEDE SER TAN RECONFORTANTE EL DE UN RICO COMO EL DE UN MENDIGO
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