Quién
no ha pedido alguna vez el deseo de hacerse mayor ¿te acuerdas? No sé si alguna
vez lo pediste, ni sé a qué edad, pero la gran mayoría lo pedimos.
Asi
nos suele pasar en la primera etapa de nuestra vida, vemos cómo los demás
siendo más mayores, tienen opciones de hacer muchas más cosas, de entrar a
sitios para mayores de edad, de poder conducir, etc. En esa creencia de que
todo va a ser mejor, vamos creciendo y con ello perdemos nuestra inocencia y
nos vamos cargando de responsabilidades; lo que en un principio nos parecía
ventajoso, con el paso de los años, nos va envolviendo en una serie de
obligaciones que para nada nos da libertad, ni siquiera de movimientos. Creamos
un hogar, tenemos hijos, seguimos en la labor diaria, de tal manera que la
mayor parte del tiempo lo usamos para buscar la tan ansiada seguridad economía
que, para cuando creemos tenerla, ya nuestras necesidades son mínimas y
nuestras apetencias menores.
Así
es la vida, queremos ser mayores y, cuando lo somos, nos gustaría volver a ser
niños, pero esta opción ya no es posible y así se acaba el ciclo de nuestros
días, sin olvidarnos de que fuimos pequeños y que un día quisimos ser...
mayores.
UN
ABRAZO LO MÁS INOCENTE POSIBLE
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