¿Crees que todo el mundo se alegra de tus
alegrías? ¿Crees que a todos les afligen tus males? Vamos, no seas ingenuo, ni
si quiera a ti te importa lo que a la gran mayoría le acontece.
Así somos, es más, a veces cuando a uno le
va muy bien, los demás están deseandi que se caiga y fracase. Es por eso que no
debemos contar ni nuestras desgracias, ni nuestras gracias.
Si te va bien, siempre tendrás detractores
que se arrimarán para que les ayudes y si, por el contrario, te va mal, siempre
habrá quien se aleje.
Recuerda que a casi nadie le gusta comer la
fruta de un árbol caído porque, probablemente, esta fruta se habrá podrido; es
más, si sólo le quedan las ramas, las cogerá para hacer fuego y calentarse.
UN ABRAZO, DÁLO CON ALEGRÍA Y SINO, NO LO
DES
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