HOMBRE: SEXUALIDAD MASCULINA
La sexualidad machista, predominante en los países en los que la
masculinidad tradicional es la preponderante, afecta de manera negativa tanto a
las mujeres como a los propios hombres. Esta sexualidad machista se basa en la
heterosexualidad obligada, se reduce al coito y al placer genital, devalúa la
masturbación y obliga a los hombres a sentir deseo constante hacia las mujeres,
especialmente por las guapas, presenta la confianza como peligrosa o femenina,
atrofia los sentimientos y las emociones, o por lo menos lo intenta, exige
satisfacer a la mujer y convierte este objetivo en una exigencia personal…
La concepción machista de la sexualidad hace que los hombres vivan los
encuentros sexuales como un examen, esperando dar la talla, ya que es ahí,
supuestamente, donde se demuestra su hombría; es por eso que los hombres
machistas tienden a “fanfarronear” con sus amigos sobre las relaciones sexuales
que ellos consideran un alarde de su masculinidad, pero pocas veces comentan
los problemas que surgen en éstas, o las experiencias insatisfactorias para sus
parejas.
Los celos son otra de las características de la sexualidad machista, este
tipo de hombres temen perder, lo que creen que les pertenece, considerándolo
como un objeto de intercambio, de manera que la conservación de la virginidad
por parte de las mujeres, ha supuesto una manera de preservar la valía ante los
hombres, lo que supone una vez más una muestra de las relaciones de poder
que se establecen entre los hombres y mujeres en las sociedades patriarcales.
La sexualidad machista, predominante el los países en los que la
masculinidad tradicional es la preponderante, afecta de manera negativa tanto a
las mujeres como a los propios hombres. Esta sexualidad machista se basa en la
heterosexualidad obligada, se reduce al coito y al placer genital, devalúa la
masturbación y obliga a los hombres a sentir deseo constante hacia las mujeres,
especialmente por las guapas, presenta la confianza como peligrosa o femenina,
atrofia los sentimientos y las emociones, o por lo menos lo intenta, exige
satisfacer a la mujer y convierte este objetivo en una exigencia personal…
La concepción machista de la sexualidad hace que los hombres vivan los
encuentros sexuales como un examen, esperando dar la talla, ya que es ahí,
supuestamente, donde se demuestra su hombría; es por eso que los hombres
machistas tienden a “fanfarronear” con sus amigos sobre las relaciones sexuales
que ellos consideran un alarde de su masculinidad, pero pocas veces comentan
los problemas que surgen en éstas, o las experiencias insatisfactorias para sus
parejas.
Los celos son otra de las características de la sexualidad machista, este
tipo de hombres temen perder, lo que creen que les pertenece, considerándolo
como un objeto de intercambio, de manera que la conservación de la virginidad
por parte de las mujeres, ha supuesto una manera de preservar la valía ante los
hombres, lo que supone una vez más una muestra de las relaciones de poder
que se establecen entre los hombres y mujeres en las sociedades patriarcales.
La doble moral en torno a estos temas, asume una mayor
libertad para los hombres que en las mujeres en las relaciones
prematrimoniales, la existencia de múltiples parejas sexuales,
el inicio sexual a edades tempranas o las relaciones sexuales exentas de compromiso.
El hecho de que el coito sea el acto principal en nuestras relaciones sexuales y que lo entendamos como penetración en lugar de penetración y envolvimiento (además de ser el hombre el que penetra a la mujer, el útero de esta envuelve al pene) hace que no se sienta el acto amoroso como una fusión entre personas que tienen algo que compartir.
Además tendemos a localizar las zonas erógenas, cuando erógeno es todo nuestro cuerpo, ya que es la piel, el tacto, lo erógeno; pero para poder concebirlo de esta manera tenemos que romper las barreras del tacto, de las caricias, que es lo que ayuda a transmitir sensaciones que no se transmiten mediante la palabra a nuestra pareja.
El hecho de que el coito sea el acto principal en nuestras relaciones sexuales y que lo entendamos como penetración en lugar de penetración y envolvimiento (además de ser el hombre el que penetra a la mujer, el útero de esta envuelve al pene) hace que no se sienta el acto amoroso como una fusión entre personas que tienen algo que compartir.
Además tendemos a localizar las zonas erógenas, cuando erógeno es todo nuestro cuerpo, ya que es la piel, el tacto, lo erógeno; pero para poder concebirlo de esta manera tenemos que romper las barreras del tacto, de las caricias, que es lo que ayuda a transmitir sensaciones que no se transmiten mediante la palabra a nuestra pareja.
La concepción machista de la masculinidad hace que hombres y mujeres no
disfruten de las relaciones ya que no las viven como algo natural y
enriquecedor, ya que existen barreras, por ejemplo en el contacto corporal, lo
que no permite desarrollar sensibilidad y empatía con lo que siente nuestra
pareja, por lo que las mujeres inmersas en este tipo de relaciones argumentan
una insatisfacción sexual creciente
No hay comentarios:
Publicar un comentario